01 septiembre, 2005

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Ayer llovió todo el día.
Hoy, milagrosamente, amaneció todavía con algo de agua. A muchos sanjuaninos nos gusta la lluvia, y creo que cada vez que llueve nos transportamos a otro lado, a un San Juan húmedo, distinto, que seguramente existe en alguno de los universos posibles. La luz del día es otra, el olor del aire, el sonido del goteo sobre el suelo, el caminar de la gente, todo cambia. Ni hablar de las conversaciones en la calle, especialmente las que surgen de encuentros casuales o entre desconocidos.
En realidad la gente habla del clima, si no todos los días, casi todos. Y yo supongo que es el tema más sencillo de plantear a un interlocutor extraño porque lo más probable es que se coincida en las impresiones, ya que ambos, les guste o no, sienten frío o calor, zonda o humedad. Pero estoy segura de que nadie, o casi nadie (para no sonar tan absoluta) deja pasar ese tema en sus charlas pluviales. No se puede ser indiferente a semejante transformación del entorno.
Esta mañana tuve que despegarme de mi cama temprano (muy a mi pesar) y salir a la calle. Subí los escalones embarrados del 50 y con sólo verle la cara al chofer me alcanzó para deducir que no era un buen día para él.
Me siento a leer el diario y, a las pocas cuadras, en el primer semáforo camino al centro, se le para el colectivo. Muerto. No había manera. El pobre hombre seguía con su gesto de hastío dándole al arranque mientras yo, no muy conmovida por el asunto, sigo leyendo el artículo de Gianni Vattimo, casualmente titulado El fin del entusiasmo, a la espera de que “alguien” haga “algo”.
Empezamos a bajar para subir en malón al 16 que venía atrás. Agarré el último asiento libre y me dispuse a seguir con la lectura, pensando que con el cambio de línea tendría que caminar un poco más, pero bué:
“El uso de Internet ‘contra el sistema’ es una señal de que aquí los grupos son por lo menos tres: los cableados, divididos a su vez entre los filo-USA y los anti_USA; y los no cableados…”, y ahí me cae un gotón del techo en el medio de la página. Ya para el segundo iba por otro artículo, pero mi cabeza seguía en sonrisa.
Y así es que los planes y las rutinas y los humores se modifican según los planos de la naturaleza.
O de uno.
Si es posible.

3 comentarios:

Victoria Hammar dijo...

lo que recuerdo de los días de lluvia en san juan, son los ruegos para que siga nublado, sobre todo en el verano, pero parece que el sol es más fuerte y revienta la red de débiles nubes. Acá las nubes son tan fuertes que el distante sol es siempre vencido.
saludos pasados de barro
viqui

Anónimo dijo...

Me gustan los dias lluviosos, porque queda toda la ciudad para mi...El unico bajon es que una gota me apague el pucho...
5

. dijo...

Querida Guadalupe: No es lo mismo "Llueve" que "Ayer llovió todo el día". Tu frase dice demasidas cosas, que no es normal que llueva todo el día, que estás cansada, que fue buena la lluvia y ahí paro para no seguir... un besasononón cordobés.