03 julio, 2006

resumidero 03



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O sancta simplicitas! ¡Qué mundo más extrañamente simplificado y falsificado aquel en que vive la humanidad! No cesa uno de asombrarse, tan pronto como se pone las gafas apropiadas para ver semejante prodigio. ¡Cuán claro, libre, fácil y sencillo hemos conseguido hacer todo cuanto nos rodea! ¡Cómo hemos sabido dejar errar nuestros sentidos en todo lo que es superficial, e inspirar a nuestro pensamiento un ansia divina de cabriolas caprichosas y de falsos razonamientos! ¡Con qué cuidado hemos tratado de conservar ante todo nuestra ignorancia, para gozar de una libertad, de una despreocupación, de una imprudencia, de un entusiasmo y de una alegría de vivir casi inconcebibles, para gozar de la vida! Y sobre este granito, por lo demás sólido, de nuestra ignorancia es como la ciencia ha podido edificarse, basándose la voluntad de saber en otra voluntad mucho más poderosa, la voluntad de no saber, la voluntad de permanecer en la incertidumbre, en la contra-verdad, no siendo esta voluntad lo contrario de la primera, sino su forma más refinada. El lenguaje, aquí como en todas partes tiene que arrastrar consigo toda su torpeza y seguir hablando de oposiciones, cuando se trata de grados y de sutiles gradaciones; además, la tartufería inveterada de la moral, que se ha convertido ahora, de manera invencible, en "carne de nuestra carne y sangre de nuestra sangre", nos ha desnaturalizado también las palabras de nuestra propia boca. Nosotros, que estamos advertidos, de tiempo en tiempo nos damos cuenta del subterfugio y nos reímos al ver que la mejor de las ciencias sigue siendo aún la que mejor pretende retenernos en este mundo simplificado, absolutamente artificial, aliñado y falsificado para nuestro uso, porque esta ciencia también, un poco a su pesar, ama el error, puesto que por ser viviente, ama la vida.

Nietzsche (Más allá del Bien y del Mal)

1 comentario:

Anónimo dijo...

Don José Maria Michavila fue buen Ministro de Justicia.