
Otras fotos de ese día.
"Locro Patrio" en el Club Borjas, en Las Casuarinas, un pueblo dentro del Departamento 25 de Mayo en San Juan. Somos los únicos extraños, y todos nos miran como a bicho raro. Por un momento creen (y nos lo hace saber una de las Damas de la Subcomisión) que somos periodistas de algún diario local, por las cámaras de fotos. De todos modos no se desilusionaron demasiado cuando supieron que las fotos eran para nosotros nomás.
Los niños ocupaban el centro del salón. Los varones jugando carreras con tapitas de gaseosa (nos pidieron la que teníamos a pesar de estar la botella casi llena, y se la dimos, obviamente) y tirándose unos arriba de los otros; las nenas a la rueda, y a corretearse un poco también.
Vuelvo al campo, el locro, los pasteles y el vino blanco explosivo que regalaban a cada mesa. Hubo sorteos, shows musicales y sopaypillas (tortas fritas) para el mate. Se sorteaban órdenes de compra que donaron algunos comercios de la zona, y el sistema de sorteo era bastante particular: "al tercero ganador". Consiste en que los dos primeros números, extraídos por el animador de la fiesta, no tienen premio y van a parar al bolsillo izquierdo de aquél, por lo que quedan automáticamente fuera de concurso (o sea: sale tu número y fuiste, cosa que nos pasó). Esto hizo que el sorteo se alargue bastante porque mucha gente se había llevado el locro a la casa, y entonces no estaban para recibir el premio, y la cosa volvía a empezar: " - Primer número sin premio.... Segundo número sin premio.... Tercer número por una orden de compra... No está." Y así una y otra vez.
Durante uno de los shows musicales (un grupo de folclore llamado Renacer del Canto: cinco pibes con pantalón negro y camisa de seda, algunos pelos largos y barbitas super prolijas, pseudo Los Nocheros) se me acerca una de las Damas de la Subcomisión con cuadernito y lapicera y me dice:
Salvo los maridos. Eran los únicos que miraban con cara de desconfianza a estos tres extraños con megacámaras y aspecto distinto. Me parece que no les gustaba que hubiera ojo ajeno adentro de su fiesta. Porque, a pesar de que se anunció en el diario y todo, eramos sólo nosotros los extraños. Y esa era su fiesta.
